martes, 10 de noviembre de 2020

Periodismo de Vocación Vs Periodismo de ocasión


Largos años le llevaron a Leonardo Haberkorn, profesor de Comunicación de la Universidad ORT de Montevideo, a darse por vencido.

“Me cansé de pelear contra los celulares, contra WatsApp y Facebook”, confiesa al inicio de su carta de renuncia a la cátedra.

“Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”.

A partir de 2015, la carta en mención ha sido conocida en nuestros países, llevada por todos los medios de comunicación.

Dado el prestigio de su autor –catedrático, periodista y académico-, lo que sigue son citas textuales.

“Hasta hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de lado durante 60 minutos aunque solo fuera para no ser maleducados todavía tenía algún efecto.

Ya no. Pero hay algo cierto: muchos de estos chicos no tienen conciencia de lo ofensivo e hiriente que es lo que hacen. Además cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado”.

“Esta semana en clase salió el tema Venezuela. Solo una estudiante entre 20 supo decir lo básico del conflicto. Lo muy básico. El resto no tenía la más mínima idea”.

“¿Qué partido es más liberal, o está más a la ‘izquierda’ en Estados Unidos, los demócratas o los republicanos? Silencio.

¿Saben quién es Vargas Llosa? ¡Sí! ¿Alguno leyó alguno de sus libros? No, ninguno”.

“Conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales”.

“Y entonces (el maestro) ve que a estos muchachos que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez de siempre los estafaron, que la culpa no es solo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos.

Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestro que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo”. “Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien. Lo mejor posible. Y no soporto el desinterés ante cada pregunta que hago y se contesta con el silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Ellos querían que terminara la clase. Yo también” (¡!).

Es comprensible que el profesor Haberkorn se haya cansado y rendido ante la adicción perversa de sus alumnos, en buena medida resultado de la educación que recibieron en los niveles preuniversitarios. Lo inaceptable es que los educadores y pedagogos de nuestros países se queden petrificados.

Debemos empeñarnos en cultivar en nuestros estudiantes el pensamiento lógico. Una forma de neutralizar la adicción electrónica que nos está conduciendo a dejar de ser. “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas” (Einstein).

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